El “vino de la arena” de los viñedos centenarios de Cangas de Morrazo protagoniza la nueva edición de Viñadores do Atlántico
Por medio de este proyecto, Hijos de Rivera respalda el trabajo de bodegas gallegas que luchan por la recuperación de variedades de uva autóctonas a través de prácticas responsables que generen impacto positivo en su entorno.
·La bodega EntreVideiras y su vino María Soliño, elaborado a partir de uvas provenientes de viñedos centenarios situados en las dunas de Cangas, han sido los elegidos por la compañía en esta nueva edición del proyecto, anunciada a pocos días del comienzo de la vendimia.
Viñadores do Atlántico arrancó en 2021 dando apoyo a pequeñas bodegas de Terra de Betanzos por su trabajo de recuperación del “branco lexítimo” y continuó en 2022 de la mano de Ponte da Boga, la bodega más antigua de la Ribeira Sacra.
Viñadores do Atlántico, el proyecto de distribución de Hijos de Rivera que busca impulsar el desarrollo sostenible y la economía local de las zonas vitivinícolas gallegas, ha escogido a la bodega EntreVideiras para esta edición y su vino María Soliño, elaborado a partir de uvas provenientes de viñedos centenarios situados en las dunas de Cangas.
La compañía, a través de Viñadores do Atlántico, selecciona bodegas gallegas que trabajan en la recuperación de cepas autóctonas bajo unas prácticas responsables y que pongan en valor la cultura de la tierra. Estos proyectos vitivinícolas, respaldados por Hijos de Rivera a través de su consolidada red de distribución y comercialización, generan un impacto positivo real en su entorno.
Fernando Yáñez, que lidera la división de vinos de Hijos de Rivera, señala que “mediante Viñadores do Atlántico, buscamos establecer nuevas conexiones colaborativas con las bodegas gallegas, con el propósito de impulsar la recuperación de cepas autóctonas y resaltar el potencial enológico presente en las diversas áreas vitivinícolas».
Para su edición 2023, Viñadores do Atlántico se ha fijado en el vino dunar María Soliño IGP Ribeiras do Morrazo, elaborado por la bodega EntreVideiras. Este “vino de la arena”, bautizado así por la ubicación de sus cepas en el complejo dunar protegido de Nerga-Donón en Cangas do Morrazo, proviene de uno de los pocos viñedos prefiloxéricos que se pueden encontrar en España. Estos reductos son muy escasos a nivel mundial, siendo nuestro país uno de los lugares donde mayor concentración hay.
Precisamente, fue la arena del terreno la que permitió que las vides sobrevivieran la plaga de filoxera que asoló las plantaciones europeas durante la segunda mitad del siglo XIX. El insecto, que se alimentaba de las hojas y raíces de la vid, rápidamente se propagó por el viejo continente, arrasando con varios millones de hectáreas de viñedos en España y Francia. Únicamente aquellas plantaciones ubicadas en suelos arenosos y pedregosos pudieron sobrevivir la plaga.
Este viñedo tiene además características únicas propias de esta zona, como el alcance de sus raíces, enterradas a más de tres metros de profundidad y con una antigüedad de más de cien años. A su vez, las viñas se encuentran elevadas gracias a estructuras de madera realizadas a partir de materiales de la propia zona de cosecha, lo que los hace especialmente respetuosos con el entorno.
César Alonso, enólogo y copropietario de EntreVideiras, resalta la importancia de preservar estos viñedos tan singulares. “La Ribeira del Morrazo es muy importante natural y etnográficamente, albergando un terreno no muy explotado que conserva una cultura vitivinícola ancestral, con variedades autóctonas tradicionales y sin híbridos. Agradecemos a Hijos de Rivera su apoyo y que nos hayan seleccionado en esta tercera edición del programa Viñadores do Atlántico”.
María Soliño, natural de Cangas do Morrazo, es la seleccionada para ser la imagen de este vino dunar. Acusada injustamente de actos de brujería en el año 1621 junto a otras 8 mujeres, la historia de María se recuerda a través de leyendas y romerías populares en su Cangas natal, convirtiéndose en un emblema del patrimonio cultural gallego que Hijos de Rivera, a través de Viñadores do Atlántico, también trata de proteger. Un reconocimiento a las mujeres gallegas que durante gran parte del siglo XX se tuvieron que hacer cargo del cuidado de los viñedos mientras los hombres se encontraban trabajando en el mar.
El vino María Soliño, ejemplo de la frescura atlántica que caracteriza la tradición vitivinícola gallega, es elaborado con uva de las variedades albariño y loureira vendimiada manualmente durante los primeros días de septiembre, fecha en la que la fruta se encuentra en su punto óptimo de madurez. El despalillado y la maceración de la uva entera se realiza a baja temperatura durante 10 horas. Tras una fermentación alcohólica controlada a 16ºC y su posterior crianza en depósito sobre lías, el vino es clarificado con arcillas y filtrado a través de placas de celulosa antes de su embotellado.